El aroma corporativo, definitivo para captar clientes del servicio y también identificar una marca.
Recuerde la última compra que hizo en el súper, el último pantalón que adquirió en una tienda y la película más reciente que vio en el cine. Quizás necesite tiempo para salvarlo de la memoria y antes que aparezca la imagen, lo va a hacer el aroma de esos 3 espacios. Poco a poco más empresas incorporan el márketing olfativo para llegar a la pituitaria, al cerebro y al bolsillo de sus clientes del servicio.
«El olfato es un sentido de manera comercial virgen que es de veloz asociación y el de mayor permanencia en nuestra memoria», explica María Pérez Tena, directiva técnica de Aromárketing, una compañía dedicada a esta técnica.
«El fragancia influye mucho en las resoluciones de adquiere, hace que el consumidor viaje a la añoranza y al recuerdo de buenos instantes. Es como la música de fondo», reconoce Alejandro Ascencao, directivo de Expansión de Refan Iberia, experta en perfumes.
Conforme una investigación de Scent Marketing, la marca Nike logró acrecentar un ochenta por ciento la pretensión de adquiere de sus clientes del servicio merced a la integración de su aroma.
Esto no es ninguna novedad en las tiendas de ropa, mas una de las industrias donde más medra este género de márketing es el hotelero. ¿Por qué razón es tan esencial? Por una parte, pues el espacio debe favorecer sensaciones que no se experimentan en otro género de empresas. Seguidamente, pues el usuario de los hoteles de gran lujo es muy exigente con las señales que se mandan a sus sentidos.
«El aroma del hotel está relacionado con su caché», considera Ascencao. Para Pérez Tena, debe trasmitir «tranquilidad, relajación y calidad».
Echar una ojeada al panorama hotelero (o bien mejor dicho olisquearlo), nos deja una explícita política corporativa. Tal es el caso de Starwood, donde cada una de sus marcas tiene su aroma. «En un hotel, uno quiere sentir la comodidad de estar en casa, mas asimismo desea tener la sensación de estar lejos», aseguran los autores de la olor de Le Méridien.
Los aromas acostumbran a mimetizarse con los ambientes. Por poner un ejemplo, el Atrio de Relais & Châteaux, en Cáceres, se decanta por amenities con fragancia a higos, fruto habitual extremeño.
En los Mandarin Oriental el fragancia cambia conforme el país, mas hay una política común en la zona de spa y tratamientos, dominando las olores basadas en los 5 elementos: madera, fuego, tierra, metal y agua.
A veces, el huésped tiene un papel activo, pues puede escogerlo. Es lo que pasa en el Barceló Oviedo Cervantes, donde los clientes del servicio pueden personalizar el aroma de su habitación.
En la enorme mayoría de hoteles, aun es posible adquirir la olor y llevársela a casa. De esta manera cuando menos cuando las vacaciones sean agua pasada, el olfato les va a poder llevar nuevamente al paraíso.